¿Por qué sufren las personas? ¿Para qué vivimos y morimos? ¿Dónde está lo auténtico de la vida? Y un montón de preguntas más por el estilo nos las hacemos las personas de hoy en día lo mismo que a lo largo de miles de años, y que parece que son muy complicadas de responder, pero sin embargo a lo largo de la historia, algunos si han tenido la osadía de encontrar unas respuestas válidas que nos las ofrecen como un regalo para el resto de la humanidad.
En el siglo XX es donde mayor se vio el sufrimiento y el horror al que puede llegar el ser humano cuando se pierde todo el rumbo. Con todas las guerras, principalmente las mundiales, la escalada armamentística, el individualismo exacerbado, y el resto de deshumanizaciones, hubo personas que sacaron el máximo provecho a su vida, y que entendieron el por qué de su existencia, cuando muchos decían literalmente que es un “asco la vida”. El médico judío Viktor E. Frankl se vio metido en todo esto, sin poderlo evitar. Desde Viena fue llevado con toda su familia al campo de extermino de Auschwitz, donde dejó de ver a su familia para siempre ya que fueron exterminados, y en medio de la guerra lo cambiaron al campo de trabajo de Dachau. En todos estos lugares vivió la destrucción, la muerte, la deshumanización, el sufrimiento, el hambre, la tragedia, y un montón de cosas más que cuenta en su libro: El hombre en busca de sentido. O como él mismo dice : “Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que realmente es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios.”
Pretende contar no las historias de unos presos y sus males, porque eso ya es de sobra conocido, ahí está la historia del holocausto y cientos documentales y películas sobre ello, sino el enfoque que le dio a todos los años que pasó en esos lugares y ante esos avatares. El planteamiento es muy serio y a la vez muy humano, y nos hace pensar a cada uno de nosotros dónde nos encontramos: “La máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta: ¿Sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos estos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era esta otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida.”
Deseamos muchas veces pasar sobre los problemas y las situaciones, pero hincarle el diente no es lo que nos gusta más, afrontarlas, y vivirlas con sentido, cuánto nos cuesta. Le gusta a Frankl citar a Nietzsche: "Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo". Esta persona salió de allí sabiendo esto, cómo era su vida, como la quería vivir, y cómo podía ayudar a otras muchas personas, aprendió a sufrir, a ver la transitoriedad de la vida, lo finito que era, lo decisivo de la vida (el amor), a trascenderse a sí mismo, lo humano que hay en lo más despreciable que fue un campo de exterminio.
¿Hoy nosotros necesitamos descubrir lo más humano que tenemos, como esta persona lo descubrió. Os animo a leer este libro y a compartirlo con las personas que tenéis a vuestro alrededor.
1 comentario:
Sin sentido en la vida es difícil vivir, más si ese sentido no responde a nuestras expectativas más profundas. El libro de Frankl es una buena ayuda para encontrarlo. A mí se me ocurre aquello que Jesús nos dice: "Quien quiera ganar su vida la perderá y quien la pierda por mí y el Evangelio la encontrará". El sentido de la vida se nos va desvelando en la medida que nos damos limpia y gratuitamente, sólo el que ama lo puede descubrir. Gracias por el comentario.
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