viernes, 15 de junio de 2007

Las relaciones humanas: nuestra auténtica riqueza

El Instituto Nacional de Estadística ha publicado las estadísticas del año 2005 sobre separaciones matrimoniales, divorcios y nulidades. Es un año de especial interés porque entró en vigor la reforma conocida como divorcio express, contabilizándose 72.848 disoluciones matrimoniales, un 42,91% más que el año anterior, mientras las separaciones cayeron un 21,55% y las nulidades un 14,72%.

Gráficos: Bitácoras Jurídicas

Compartiréis conmigo que un elevado número de rupturas matrimoniales es indicador de una sociedad donde la falta de compromiso, de fidelidad y corresponsabilidad predominan en la mayoría de las relaciones interpersonales. Expresa una marcada incapacidad para afrontar dificultades en común, una falta de diálogo verdadero y una elección de vida basada en el imposición del YO frente al otro, con la pretensión de salvaguardar una idea de libertad individual adulterada y hecha a nuestra medida. Tenemos a nuestro alcance todo tipo de recursos que nos hacen sentirnos ficticiamente dichosos. El trabajo, la familia, la persona, la educación, sólo son un medio para la consecución de nuestros fines. Hemos convertido las relaciones humanas en un trato "mercantil", donde intercambiamos al mismo nivel bienes materiales, emociones, sentimientos….Hemos construido una sociedad amparada en el imperio del bienestar, en la que no podemos estar-bien de forma duradera con nadie…. ¿No es un contrasentido? ¿Es esta la naturaleza genuina del hombre? ¿Dónde esta nuestro verdadero hogar?

Si tuviéramos que construir nuestra biografía, nos daríamos cuenta que el guión de la misma se iría llenando de personas concretas junto a las que hemos vivido infinidad de experiencias de todo tipo… Así es nuestra historia, desde que nacemos tratamos de vincularnos a los demás porque necesitamos comunicar con transparencia nuestra existencia a alguien y necesitamos para ello de un marco estable, donde poder construir un hogar, una amistad sincera, una familia verdadera mediante el compromiso responsable y libre. El estímulo que inspira y sostiene estas realidades humanas es el amor. Cuando amamos y nos entregamos a fondo perdido a los demás, somos capaces de comprender toda nuestra historia, la historia del otro y fundirlas en una misma narración no sujeta a esquemas de espacio y tiempo. ¿Cómo podemos crear este tipo de relaciones?, ¿Cómo superar el miedo al fracaso? Estableciendo en primer lugar una sincera y honesta relación con el Autor que sustenta y da sentido a nuestra historia. Él es el Amor que espera en el interior de cada hombre a que le dejemos transformar y recrear este mundo; es el Eterno que impregna de eternidad nuestras obras temporales. Si cada vez que nos encontramos con un amigo, con nuestra esposa, con nuestros hijos, con nuestros compañeros… somos expresión de esta RELACIÓN, recuperaremos la confianza en los demás y en nosotros mismos, y nos sentiremos dichosos porque estamos viviendo en plenitud.

Manuel F. Fajardo Rodríguez

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