miércoles, 20 de enero de 2010

Sufrir, ¿para qué?


Las personas de antes sabían sufrir más, es lo que suelen decir siempre los ancianos viendo la vida que llevamos hoy, y seguro que todos lo habremos escuchado alguna vez. Los psicólogos dicen que estamos creando una sociedad blanda, en la que los niños no admiten ninguna contrariedad, por temor a que se pueda derrumbar su vida como un castillo de naipes. Nos hemos acostumbrado a no sufrir, por nada ni por nadie, y parece que el slogan de hoy, '¡divertirse a toda costa!', es lo que nos mueve. Si de verdad escucháramos la sabiduría de nuestros antepasados, este mundo sería de otra manera. Pero hoy nos va lo nuevo, la fiesta, y parece que nos hemos convencido de que nuestra sociedad ya es así, que estamos influidos por unos factores que condicionan nuestra naturaleza, que huimos de todo lo que nos suene a esfuerzo, a compromiso, a fidelidad. ¿Para qué sufrir? ¿Para qué desvivirse por alguien? ¿Por qué tener que perder a alguien o algo?...
Quizás se nos ha olvidado la frase de Jesús: “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto” (Jn 12, 24), y nos hemos quedado vacíos y solos, y por eso solo vamos hacia delante, sin mirar atrás, sin pensar, intentando por todos los medios evitar cualquier sufrimiento.

Necesitamos más osadía y gallardía para enfrentarnos a todo lo que nos venga. Con contundencia inapelable lo afirmó en una ocasión un escritor existencialista del siglo XIX, el gran Dostoyevski: “sólo temo una cosa, no ser digno de mis sufrimientos”. A lo largo de la historia muchos han manifestado con sus vidas la dignidad del sufrimiento, a nuestro lado tenemos muchas personas que hoy son muy dignas en su nada fácil vida, aunque ni las valoramos suficientemente ni las imitamos. Miestras tanto todos, nosotros mismos, seguimos necesitando una altura, una dignidad que solamente la da el saber vivir y sufrir con entereza.

Sobre este tema seguro que se pueden escribir mucho, pero quería dejar estas dos citas, que me parecen muy buenas para iniciar un diálogo con las personas que tenemos a nuestro alrededor.

Vicente Rodríguez Rodríguez

2 comentarios:

AnaYebre dijo...

¡Gracias a Dios, existen personas que sostienen y construyen la vida de los demás con su entrega y "desgaste" personal!. La verdad es que cuando uno experimenta este "sinvivir", es cuando uno participa y entiende lo esencial de la vida...Es una gran paradoja esta: sabemos como funciona la vida, pero nos empecinamos en instalarnos en lo cómodo.

Unknown dijo...

Si le pones un poco de amor, el sufrimiento se convierte en un don que nos hace mas fuertes y cercanos a los demás ¡No seamos marionetas que ni sienten ni padecen! ¡Nazcamos a la vida!